domingo, 25 de septiembre de 2011
EL ARBOL DE LA VIDA (diálogos con Dios de ida y sin vuelta)
Escribo esta "crítica" casi veinticuatro horas después de haber visto la peli de Malick. Os aseguro que de haber podido escribirla mientras veía la película el tono de la misma habría sido distinto al de ahora. Pero ahora el film ha reposado, ha quedado en mi memoria a corto plazo, ahí tranquilita, cocinandose a fuego lento. Ayer pensaba que podían ocurrir dos cosas: la primera era que para disfrutar y entender esta película había que estar preparado; no me refiero a tener un doctorado en filosofía, pero al menos tener una introducción de base de lo que se iba a ver y contar y, por qué no, tener una base filosófica o teológica importante. La segunda era que el autor se estaría meando de la risa pensando en la cara de gilipollas que se le iba a quedar a los espectadores cuando vieran en qué habían invertido su tiempo y su dinero. Hoy no pienso así.
He de reconocer que le sobra metraje, y concretamente para mi gusto el pasaje pseudodocumentalistico en el que partimos de la creación del universo hasta la llegada del ser humano. Es simplemente irritante, y eso que las imágenes que se nos ofrecen son de una belleza desmesurada, pero claro, me lo pones en el Imax de un museo de ciencia y termino aplaudiendo, pero ahí, enmedio de esa peli no. El esfuerzo megalomaníaco de Malick cae en saco roto. He leído ciertas comparaciones de esta obra con 2001 de Kubrick. El gran Stanley es mi debilidad, ya lo sabeis muchos, y sin embargo no tengo a 2001 entre mis películas favoritas, entre otras cosas porque me aburre soberanamente en ciertos pasajes, lo reconozco. Pero Kubrick, con una elipsis de millones de años (la famosa imagen del hueso volando y convirtiendose en una nave espacial que se mueve al ritmo de Strauss) soluciona "eso", la evolución, en diez segundos. Malick sin embargo nos martiriza con esa sucesión de bellas imágenes salpicadas de aisladas plegarias a Dios por parte de la protagonista con su voz en off. Y uno piensa en ese momento que le gustan las pelis lentas pero que quedan dos horas por delante y que como siga así va a ser infumable. Piensa si no se trata de una especie de broma como cuando expusieron en un museo de arte moderno un cuadro "abstracto" pintado por escolares de tres años y la gente empezó a alabarlo y a darle múltiples significados. Y ves como desfilan una, dos, tres, cuatro personas buscando la salida o el cambio de sala ahora que aun están a tiempo. Pero todo acaba, dinosaurios incluidos.
La metafísica está reñida con el cine, yo lo creo firmemente, y a las pruebas me remito. Pero es verdad que luego la peli remonta. No deja de ser un recorrido por la vida de un hombre, ese Sean Penn que echa una mirada atrás, a su infancia, un continuo flash back en el que nos muestra como efectivamente el niño es el padre del hombre, y cómo influye tener por padre a un cretino frustrado e infeliz por mucho que tengas a una madre dulce y protectora a tu lado. Y continuamente esa madre, con frases cortas, con pequeños latigazos al aire, va haciendo preguntas a Dios; esa madre que ha perdido a un hijo, ella pregunta en voz alta y todos esperamos que Dios conteste, que Malick nos muestre la respuesta, y la respuesta está en cada uno de nosotros, seamos o no creyentes. El sentido de la vida, nada más y nada menos.
La música es magnífica, música clásica que hace que algunos momentos pasen de ser meros tostonazos a imágenes hipnóticas. Y es que el regusto que le queda uno al día siguiente de ver esta película reside sobretodo en eso, en el recuerdo de unas imágenes de una bellísima factura. Me quedo decididamente con una de las secuencias finales, esa onírica secuencia de la playa, en la que confluyen tantos personajes. Y me quedo con ella por su ternura, por su delicadeza y por su buen gusto.
Desde luego es una película que no deja indiferente a nadie, eso es indiscutible. Pero en fin, hasta mejor ver.
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=oEZVXhMpGBo
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