No tengo nada contra los frikis, lo digo en serio; de hecho me considero un poco friki para muchas cosas, incluido el mundo cinematográfico; sí, me gustan algunas pelís que algunos de mis amigos consideran “raras”, puede dar fe de ello mi amigo Gregorio, gran suministrador a este incomprendido de algunas de ellas. Y fue precisamente con Gregorio con quien vi, durante todo un sábado de quien sabe ya que año, la trilogía de “El Señor de los Anillos”, en versión extendida, una detrás de otra. Hay que ser un poco friki para eso entonces ¿no?
Pongo este antecedente solo para hacer ver que “El Hobbit” era una película que me apetecía mucho ver y que sin embargo pienso después de haberla visto que los que verdaderamente disfrutarán de ella en toda su intensidad son los más frikis seguidores del tolkienismo. Vi “La Comunidad del Anillo” sin haberme leído la trilogía y me gustó mucho; ya cuando vi “Las dos torres” y “El retorno del Rey” me había leído los tres libros, y todas las películas me encantaron, sobretodo la segunda. Sin embargo no había leído “El Hobbit” antes de ir a ver este "viaje inesperado" que constituye esta primera parte. Sabía que el libro era una novela no muy larga, más bien corta, entretenida y dirigida principalmente a un público infantil y juvenil, y lo primero que me sorprendió es que hubieran decidido hacer una trilogía con ella. Y no solo una trilogía, sino una en la que al menos la primera parte tiene un metraje de más de dos horas y media... ¿Y que ha conseguido el bueno de Peter Jackson? Pues, en lo que a mi respecta, que me aburriera soberanamente. Y es que a veces adaptar un libro de manera absolutamente fiel puede dar lugar a consecuencias como esta. Imagino que mi mujer le estará eternamente agradecida a mi hermano el que fuera él mi partenaire en esta visita a las salas de cine...
Creo que no hace falta que diga que “El Hobbit” es una precuela del “El Señor de los Anillos”, donde se nos cuenta como se inicia Bilbo Bolsón en el mundillo de las aventuras. En este caso nos cuenta como Gandalf lo elige para acompañar a un grupo de enanos que buscan enfrentarse al malvadísimo dragón Smaug, quien en su día les arrebató su tesoro, su fortaleza y obligó al exilio a toda su estirpe.
Me quedo con tres momentos: la presentación, donde vemos a un Bilbo Bolsón anciano escribiendo sus memorias y donde aparece fugazmente el joven Frodo y se escuchan algunas notas musicales de la magnífica banda sonora que compuso Howard Shore para la anterior trilogia; el momento en que Bilbo se topa con el genial Gollum y le “despista” el anillo; y las peleas contra los trasgos, siempre magníficas en espectacularidad y coreografía y que evitaron en más de una ocasión que un servidor se durmiera.
Y pese a que antes de ir a ver la peli me “preocupaba” algo
el famoso temita del rodaje en 48 fotogramas por segundo y la incidencia de
ello en los movimientos de los personajes, he de decir que no me acordé de ese
detalle viendo la peli y que me pasó absolutamente desapercibido. La estética
del filme a mí me pareció 100 % El Señor de los Anillos.
La pregunta que yo me hice al final de la proyección fue si
verdaderamente era necesario hacer tres películas en lugar de una bien larga y
en la que se condensara toda la historia... Los seguidores de Tolkien me
contestarán que “absolutamente si”, si bien yo solo mantendré el beneficio de
la duda, en tanto no vea la trilogía al completo. De momento el esperado viaje
inesperado de Bilbo Bolsón y compañía me ha resultado decepcionante.
Trailer (dejo aquí el trailer oficial nº 2, pues el primero me parece peor, con el coñazo de canción de los enanos como leit motiv del mismo...):