Con estos mimbres y con esa gran pareja de actores el director y guionista, Cesc Gay, podía haber hecho mucho más. Muchísimo más. Para mí era inevitable recordar la magnífica, la enorme cinta de Adolfo Aristarain "Martin (Hache)", y sin embargo "Truman", pese a sus similitudes incluso argumentales, queda muy lejos de la obra protagonizada por Federico Luppi.
Los actores, con todo lo que da de si el guión, están muy bien; el papel de Darín es más agradecido que el de Javier Cámara, pero ambos están muy bien. Apetece escucharles, que hablen y hablen sin parar. Hay un momento del filme, que obviamente no voy a desvelar, donde Cámara rompe con toda su sobriedad, y de la forma en que lo hace le expresa a su amigo, sin éste saberlo, la rabia y la pena que siente ante una situación como la que vive. Porque por mucho que trate y consiga entender las motivaciones de su amigo, lo cierto es que sabe que se volverá a casa y no lo verá nunca más.
Una película que trata de los sentimientos, de lo que no se dice y se siente y de lo que se dice y no se siente, del amor entre padres e hijos, de la amistad, del sentido de la vida.
¿Y quien es Truman? Truman es el perro del protagonista, el que aparece en muchas partes del metraje, el que pensamos que puede ser la piedra angular de la cinta.... Truman es una excusa me temo, alguien a quien utiliza el director, ahí con maestría, para intentar despistar al espectador.
Película correcta en definitiva, que probablemente no formará parte de muchas videotecas pero que siempre será, pese al delicado tema sobre el que trata, agradable de ver.
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