La puesta en escena es espectacular. Cuando uno piensa en que se está gastando 80 euros por cabeza por una entrada al teatro no puede evitar imaginarse al productor del evento sentado en un gran butacón, con un sombrero de copa negro, riéndose a carcajadas mientras fuma un puro y se mete el dinero en sus bolsillos colmados de billetes, y probablemente ésta no sea una excepción (se suelen agotar las entradas de las funciones), pero es cierto que solo la inversión en los decorados y en la puesta en escena en general ha debido ser enorme. No solo impresionan los decorados, sino la forma en la que se introducen en escena en cada cambio de acto o en las transiciones correspondientes.
Decía más arriba que esperaba más, básicamente por las canciones. No me llegaron, salvo "Solidaridad" y alguna otra más que son piezas importantes, el resto me parecieron flojitas o normalitas. Me sorprendió saber, al final de la obra, que el autor era Elton John, que es un genio. De hecho diría que el momento musicalmente más emotivo es el que suena la parte más conocida de "El lago de los cisnes", con eso digo mucho, desde mi punto de vista.
Solo he tenido que ver unos minutos de la versión inglesa de la obra para confirmar algo que ya sentí en el teatro: la obra en español pierde. No me termina de gustar que los personajes sean tan castizos y que sin embargo utilicen los nombres en inglés, Billy, Newcastle, George, Señorita Wilkinson, pero bueno, estamos acostumbrados a ello... El uso de los tacos por parte de mayores y niños me parece exagerado, buscando un toque de humor que a veces consigue, pero en la mayoría de ocasiones no. No se si tiene algo que ver mi percepción con el hecho de que en esta obra, supongo que a la vista de las fechas, los personajes principales estaban interpretados por los actores alternantes. No estaban ni Natalia Millán ni Carlos Hipólito, por poner un ejemplo. No me gustó tampoco la transición entre el Billy Elliot "pato", que empieza en la escuela de danza, al Billy que ya baila en condiciones... en esta obra prácticamente no existe, desde el minuto 1 el niño ya baila con soltura.
Me gustó mucho algo que era el leit motiv de la película, al menos como yo la recuerdo, la estigmatización de la danza cuando quien la lleva a cabo es un varón, y ello en una sociedad donde los roles están muy definidos, y donde aparecen algunos rebeldes, como Billy, que abren el camino hacia la normalización de ciertas cosas, como que la danza es cosa de chicos también, sin que ello conlleve una u otra orientación sexual. Y más en el contexto, en esa situación de lucha obrera constante, donde hablar de danza puede resultar hasta insultante, a la vista del momento político.
Cuando una obra de teatro tiene el nombre de un personaje es que obviamente todo o casi todo gira en torno a él, y se convierte en el punto de atención. El chaval que interpretó a Billy (hay varios) lo hizo muy bien, bailaba de maravilla, pero estaba cortito de voz, y en algunos números musicales, algún dueto básicamente, eso era muy llamativo. En el que me parece el mejor número musical de la obra (atención spoiler), en el que Billy expresa bailando la rabia que siente porque su padre no le permite hacer la prueba de baile para el Royal Ballet, da lo mejor de si, mezclando rabia, danza clásica y claqué.
Para mi gusto a esta obra le falta grandilocuencia por un lado o mejores canciones, por otro, pero no deja de ser, como decía al principio, un musical magnífico y, desde luego, recomendable.
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Aquí el musical en inglés completo (escenografía distinta, mucho más austera, que en la producción española):