miércoles, 25 de diciembre de 2019

STAR WARS. EL ASCENSO DE SKYWALKER


Hace dos años terminaba mi reseña de "Star Wars. Los últimos Jedi" diciendo que esperaba que la decepcionante película que acababa de ver sirviera al menos para acudir a ver en su momento el Episodio IX sin expectativa alguna, a ver si así me quedaba un buen sabor de boca de la saga. Dicho y hecho. Acudí al cine a los dos dias del estreno pensando que seguiría en la línea del lamentable producto que la Disney nos vendió hace dos años, así que no me extrañó el desarrollo de la cinta. Todo lo que pudiera pasar sería más de lo mismo o algo mejor. Y durante buena parte de la película fue más de lo mismo. Sin embargo el tono en genera de la película ha sido más solemne que la anterior, a la que podemos considerar un simple interludio para llegar al desenlace de la tri-trilogía.

Que nadie espere un final de la saga donde se ponga en orden el gran numero de incógnitas abiertas en este culebrón galáctico. "El ascenso de Skywalker" da a los fans (incluido a los que lo éramos) lo que buscan, la eterna lucha entre la Fuerza y el Lado Oscuro, el bien y el mal, esa infinita partida de ajedrez en la que las piezas pasan de negras a blancas y de blancas a negras con cierta asiduidad, y luchas galácticas, magníficamente filmadas. Yo, sin embargo, desde el punto de vista de la fotografía, e incluso desde la perspectiva dramática de esa lucha entre el bien y el mal, me quedo con el combate entre Rey y Kylo Ren sobre los restos de la Estrella de la Muerte en el embravecido océano. Magnífica.

Sigue sin gustarme el tono infantiloide de parte del guión, si bien los momentos humorísticos son más acertados que en el episodio anterior. Los efectos especiales me han parecido magníficos y hay algunos planos de bellísima factura, por digitales que sean. JJ Abrams es responsable del guión y de la dirección de la cinta, y creo que eso se ha notado, pues es un mago del entretenimiento a la vez que un director con una solvencia técnica acreditada.

Considero que el final de la película, sin tener la grandilocuencia que requeriría el final definitivo (¿?) de la saga Star Wars, está a la altura de lo que se esperaría en términos generales, y por encima de lo que esperaba yo personalmente tras el bochorno del Episodio VIII, por lo que, efectivamente, salí de la sala habiendo disfrutado del espectáculo y con la sensación de volver a casa con buen sabor de boca. Esa noche dormí tranquilo, que era lo que esperaba, pero con una pequeña sonrisa añadida. Descanse en paz, Star Wars.

Trailer:




sábado, 23 de noviembre de 2019

EL IRLANDES


Hay cosas que no entiendo, tal vez porque no entiendo el negocio, pero esto de que Netflix produzca la última película del gran genio de todos los tiempos, Martin Scorsese, una peli de gangsters además, y que la cinta se estrene en solo 45 salas de toda España, para pasar a la plataforma digital solo 12 dias después de su estreno en cines es algo incomprensible. ¿Realmente han hecho un estudio y van a sacar más beneficio de posibles nuevos abonados con este sistema de lo que ganan por la distribución en cines del filme? Me cuesta creerlo... y me cuesta además, doblemente, después de haber visto la película. ¿Habrá algo más detrás de todo esto?

Como decía, Netflix no nos lo puso fácil y para ver la peli en pantalla grande tuve que irme a más de 100 kilómetros de casa, a Sevilla. Allí me esperaba mi compadre Joaqui, que siendo sevillano de adopción laboral, se encargó de la logística: solo había una sesión, a las 20:30 horas, en un cine de Sevilla Este y en versión original.... Lo de la VOSE fue un pelotazo magnífico, sin duda, el paseito hasta el otro extremo de la ciudad no tanto, pero el que hace 100 kilometros hace 110 y listo.

Fueron tres horas y media de película y disfrutamos de cada minuto de principio a fin. Y es que "El irlandes" es una gran película de gangsters, de esas que formarán a pasar parte del elenco de clásicos del género como "Uno de los nuestros","Scarface", "Erase una vez en Améica", "Los intocables de Elliot Ness", "Casino" y tantas otras (no meto la trilogia de "El Padrino, aunque me apetece, porque la obra maestra de Coppola está por encima del bien y del mal).

"He oído que pintas casas", así empieza la película..."pintar casas", que maravilloso eufemismo. "El irlandés" trata de un tipo duro, El currante Frank Sheeran (De Niro) que se gana la confianza y el respeto de los grandes jefes de la mafia local (NYC) en diversos ámbitos, y que se ocupa de ciertos asuntillos, la mayoría incómodos... pintar casas, claro, que a nadie le gusta... pintar casas ensucia, pero, ¡y lo limpio que queda todo después! Y aunque se recogen algunos tópicos (maravillosos, como ejecuciones en plena calle en un pis pas) se huye de otros como sería el ascenso meteórico del protagonista en la organización. No, el irlandés tiene su sitio, se ocupa de su familia y de su "famiglia", que para eso luchó en la segunda Gran Guerra en Italia; respeta y se hace respetar. No quiero contar más.

Decir que las interpretaciones son sublimes. Pido desde ya un Oscar como un piano para Don Joe Pesci por su papel "secundario" (entrecomillo porque me da la risa calificarlo así, pero bueno) en el inconmensurable papel de Russell Bufalino, alguíen en la zona alta de la cúpula del poder, sin llegar a ser el mandamás. Y cualquiera se preguntará "¿otra vez Pesci haciendo de mafioso?" Pues sí, y bendita la hora. La cinta me ha congraciado de nuevo con esas dos bestias que son De Niro y Pacino, Este último en el papel de Jimmy Hoffa, pues me dejaron ambos un regusto amargo, el primero en "Joker" y el segundo en "Erase una vez en Hollywood". Dos gigantes.

La escenografia, la fotografía, el montaje (como decía, tres horas y media de película y mato al que diga que se hace larga, uno no  quiere que se acabe), la banda sonora... todo, es una maravilla. ¿Obra maestra de Scorsese? Yo no tengo ninguna duda, pero ya sabemos que sobre gustos....

Trailer:



  

sábado, 2 de noviembre de 2019

MIEDO. ALBERT PLA.

Anoche, Dia de Difuntos, acudí al Teatro Falla a ver la última creación de este sui generis y genial artista. No decepcionó.

No sabría definir bien "Miedo", pero diría que se trata de una obra que te lleva a la reflexión, más que un espectáculo puro y duro. Y conste que la puesta en escena es magnífica, con un trabajo previo de edición y montaje de videos superpuestos con la escena que son la base del "show". Y es que siendo un show no lo es. Como digo, Plá, ese aparente niño grande, nos lleva a adentrarnos en los miedos personales, colectivos e individuales, sobretodo estos últimos. Nos cuenta, con su tímido torrente de voz, cómo a él le daba miedo todo de pequeño... pasamos de una habitación oscura donde ese niño se encontraba cómodo con una muñeca (la amante de su padre) a la que quería matar, a un parque donde la hierba es verde, hay un columpio y los pajarillos cantan, lo que a nuestro protagonista le aterra. Miedo al Ratoncito Perez, "una rata que se sube por mi cama para arrancarme los dientes". Curiosa esa concepción del miedo la que tenemos cada uno.

Miedos individuales y miedos colectivos, como digo; miedos, por un lado y sustos, por el otro; miedos escénicos, miedos terrenales y miedos mentales, los más aterradores, sin duda. Y todo esto mezclando oníricas imágenes, voces en off de niñas susurrando y algunas piezas musicales, guitarra eléctrica incluida, que eran una especie de nanas melódicamente deliciosas.

Y en un momento dado se hace la oscuridad y Plá comienza a hacer un conato de terapia de grupo: "¿que es lo que a cada uno de vosotros os da más miedo en este mundo?"... y se hace el silencio... y la terapia, que no lo es tal, se acaba tan pronto como empezó, pero te deja tocado, pensando en tus miedos y sin que nadie te de una solución, pues cada uno es tan dueño de sus miedos como de su voluntad de liberarse de los mismos.

La obra fue corta, una hora y cuarto o poco más. El final fue muy bonito, con un Albert Pla que se despide de todo el auditorio, vestido ya de calle, sonando una pieza en la que dice algo así como "me voy, ahi os quedais, yo ya estoy muerto, ya me voy" (ahi os quedais, cada uno con sus miedos, añadiria yo), y bajando el artista al patio de butacas, despidiéndose del personal con una amplia sonrisa, saliendo el primero del teatro, bajo una atronadora y merecida ovación.

Plá nunca deja indiferente, sin duda, y esta vez dejó a su público con una sonrisa y con la sensación que decía al principio, de la necesidad de reflexionar cada uno sobre el miedo, sobre sus miedos.





viernes, 25 de octubre de 2019

MIENTRAS DURE LA GUERRA


Me ha gustado la peli de Amenábar.... diría que la menos amenabariana de su corta filmografía. Esperaba más, es cierto, teniendo en cuenta que también firma el guión. Leí un titular que decía algo asi como “la obra maestra de Amenábar”.... alguien se vino un poco arriba; bueno, vamos a dejarlo.

Como siempre, es cuestión de gustos, porque la película está bien hecha, bien fotografiada y bien argumentada, pero no es un peliculon, es la verdad.

La Guerra inCivil, la génesis de esa lucha fraticida, es la excusa argumental para hablarnos de la propia condición humana. Me quedo a modo de ejemplo con la discusión de dos amigos camino de Zamora, uno de derechas y el otro de izquierdas, metáfora de lo que debería haber sido España y no fue, originando esa sangrienta confrontación.

Karra Elejalde, en el papel de Miguel de Unamuno, centra gran parte del peso interpretativo de la cinta, pero, aparte de algunos magníficos secundarios, hay que hacer mención especial a Eduard Fernández, impresionante en su rol de Millán Astray.

La escena del discurso final en la Universidad de Salamanca es sublime, la lucha entre la razón y la fuerza bruta, resumido en ese “venceréis pero no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir”... y parece que no hubo persuasión, a la vista de los acontecimientos.

Seguimos esperando al Amenabar que deslumbra, pero se acepta de buen grado este interludico picoteo.

Trailer:


viernes, 11 de octubre de 2019

JOKER


No se si llego tarde ya para comentar esta película, pues se está hablando mucho de ella, pese a llevar una semana estrenada. La vi el domingo pasado y tengo ganas de introducirme en esos debates que se están generando: que si es muy oscura, que si no es una película de superhéroes y ni siquiera de villanos de cómic, que si es un retrato de la sociedad actual o un reflejo de un futuro distopico a corto plazo....


A mi la película me ha gustado, y mucho. Decir que todo el peso de la cinta recae sobre un descomunal Joaquin Phoenix imagino que no será decir nada nuevo, pero es que es así... no hay apenas lugar para los personajes secundarios, no al menos para los que no estén solo en la cabeza de este enfermo mental. ¿Podríamos imaginarnos empatizando con un asesino demente como Joker? Si pensamos en el personaje interpretado por Jack Nicholson en la peli de Tim Burton podríamos tal vez contestar que sí, por su vis histriónica, pero parte de la grandeza de la película de Todd Phillips estriba precisamente en que nos pongamos en el pellejo del protagonista y aunque no justifiquemos sus crímenes (¿o si lo hacemos?) sí que dulcificamos sus acciones.


No he leído aún nada pero creo que el hecho de que Robert De Niro aparezca en la película es algo más que un guiño a dos obras de Scorsese en las que este actorazo pone cara a dos enfermos mentales: Taxi Driver y El rey de la comedia. No me atrevería a decir que voy a destripar nada de la película con lo que voy a comentar a continuación, pero avisados quedan: considero que en la escena donde aparece por primera vez Arthur Fleck en la grabación del late show y es protagonista inesperado del mismo, simplemente eso no está ocurriendo, solo está en la cabeza del protagonista, ese guiño directo a El Rey de la Comedia, escena en la que se nos muestra el desequilibrio mental de Arthur, como se hace y se desarrolla a lo largo de la cinta. Phoenix es De Niro en Taxi Driver, pero cada uno de los personajes que ambos interpretan “justifican” sus psicopáticas conductas de forma diferente o en orígenes diferentes. Pero la exclusión social, por diferentes motivos, es su nexo de unión.


Hay una escena en la película brutal, clamorosa, épica, y que considero que es un punto de inflexión en el film, y es la escena del metro y los tres yuppies. Demoledora y brillantemente rodada y sobretodo montada. 


La banda sonora es todo un espectáculo, recuperando algunos clásicos de los 60 y 70 absolutamente recomendables.

De la peli no se, en definitiva, si quedarme con la evolución de un enfermo que revoluciona a la sociedad o la evolución de una sociedad enferma que toma como excusa a su antihéroe particular para terminar reventando, pero ambas caras de la moneda se complementan, así que me quedo con ambas, con eso y con las ganas de ver pronto la película de nuevo en versión original y esperar al mes de febrero para escuchar eso de “and the Oscar goes to....”, o no.

Trailer: 




jueves, 15 de agosto de 2019

ERASE UNA VEZ EN... HOLLYWOOD

Decepcionante.

Resumo así lo que será una breve reseña de la que para mí ha sido el estreno más esperado de este año. No me gustó el trailer, pero pensaba que justo por eso la película solo podía ganar, estábamos hablando de Mr. Quentin Tarantino, de "Dios".

El comienzo de la película ya me hizo tragar saliva, con ese cine en 8 milímetros tan raro. Se trataba de "cine dentro del cine" y Tarantino llevaba la batuta, podía ser delicioso el resultado, y la verdad es que el mismo ha sido una película mediocre, de medio pelo, que podía haber firmado cualquier director a sueldo. Y me duele decir esto, que conste, porque no suelo ser demasiado objetivo con Tarantino (¡a mi me gustó Death Proof!).

El bueno de Quentin me ha recordado con esta película a Curro Romero, el diestro de Camas, capaz de pasar desapercibido durante toda la corrida para, en un momento dado, dar un par de muletazos, un natural y un pase de pecho y poner en pie al tendido. Hay momentos magníficos, pocos, para mi gusto, pero los hay, como cuando Rick Dalton (Leo Di Caprio) se encierra en su caravana y empieza a maldecir, en un crispado monólogo, fruto de lo que él consideraba unas tomas funestas en cierto western. Eso si, Di Caprio genial, para variar; el papel de Brad Pitt, sin embargo, no deja en buen lugar al actor, que a mi me ha parecido un calco (salvando las distancias de los roles en una y otra película) del Teniente Aldo Raine, de "Malditos Bastardos". Poca chicha con su personaje, Cliff. Veo al final eso de "escrita y dirigida por QT" y pienso "¿realmente ha escrito este guión él íntegramente?"

No he terminado de entender el por qué de esa mezcla entre realidad, neo-realidad y ficción y el uso y abuso de los efectos especiales para introducir a los actores de esta cinta en otras de culto de los años 60. No entiendo por qué usar la historia de Charles Manson, su "Familia" y el escalofriante asesinato de Sharon Tate como parte del leit motiv, excusa, mcguffin o lo que sea, de la película, cuando lo realmente importante es la vida de las estrellas de Hollywood, sus carencias en esas celdas de oro de Beverly Hills y sus frustraciones. A lo mejor es que no he entendido la película, simplemente, ojalá sea eso y haya algo más que alguien me descubra algún dia.

Lo de los cameos (curioso el del malogrado Luke Perry) se parece cada vez más a Santiago Segura y sus Torrentes, más de la mitad, siendo generosos, son absolutamente innecesarios.

Hay algo, sin embargo, que nunca falla en las cintas de Tarantino (toco madera) y es la música. Le entran ganas a uno de estar "shazameando" durante toda la peli para, una vez en casa, buscar algunas de esas piezas y disfrutarlas de nuevo. Con esa sensación positiva me quedo, al menos...

Voy a poner en mi home cinema ahora mismo "Kill Bill. Vol. 1", yo no me puedo acostar así.

Trailer:

miércoles, 24 de julio de 2019

MAD COOL (12/07/19)


Iba a ser un viaje relámpago. Salir hacia Madrid un viernes, comer, ir al Mad Cool, dormir y a la mañana siguiente volver para Cádiz. Pero valía la pena; The National, cabeza de cartel para los conciertos del viernes pero gran desconocido para gran parte del público, tocaba en España, lo cual no es habitual. Mi amigo Dani me había dado un toque un par de meses atrás con la propuesta y acepté sin dudar (que el segundo plato fuerte fuera Smashing Pumpkins también ayudó a la rápida decisión). Eramos tres, y el más entusiasta de todos tenia 13 años, pero ya le sacaba algún centímetro de más a su padre, a quien le metió en el cuerpo el gusanillo por el grupo de Ohio (no confundir con Los Gallos, Chiclana). Cosas raras como esa, pequeños milagros, que siguen pasando. Y Dani me pasó en su dia unos cds a mi y así se expandió la semilla del grupo liderado por Matt Berninger.

Llegamos a Madrid y después de comer en el siempre recomendable Lamucca, de la calle Prado, con mi hermano, fuimos a Valdebebas, comenzaba el espectaculo. Yo creo que estaríamos como a 37 grados a la sombra, el calor era bochornoso. Algo muy bueno nos tenia que esperar ahí dentro para plantarnos en las instalaciones a las 6 y media de la tarde. Eso, o estábamos rematadamente locos. Fue lo primero, por supuesto. 

El recinto era una pasada, miles de metros cuadrados sobre una base de césped artificial. Pero un cesped de calidad, firme y esponjoso, que soportaba estoicamente las acometidas del dios Helios, casi sin inmutarse. Había stands de todo tipo, cada uno con un gancho publicitario. No recuerdo si eran cinco o seis los escenarios alternativos del festival, pero los dos principales estaban colocados de manera perpendicular el uno al otro, y muy cerca, de modo que no podían simultanearse actuaciones en ambos sin pisarse unos a otros. 

Después de escrutar los más diversos rincones de las instalaciones (no, no nos subimos a la noria ni nos montamos en los coches de choque), y echarle el ojo a alguna de las decenas de casetas y food trucks de las que emanaban los más diversos aromas nos dirigimos al escenario principal, el Mad Cool Stage. Previo a ello, y solo y meramente por seguir las indicaciones médicas y de protección civil acerca de la necesidad de una hidratación continua cuando el mercurio sobrepasa la barrera del 35, nos hicimos con unas cervezacas buenas, que sabian a gloria bendita, y un refresco pal niño. La primera actuación de la tarde en el escenario principal era la de Sharon Van Etten. Menudo descubrimiento el de Sharon (no confundir con Charo, la del puesto de pescado de la plaza). De negro riguroso, pantalón y blusa, el pelo recogido en una coleta y una voz absolutamente hipnótica que hacía que cada sorbo de cerveza se degustara con matices distintos, como los de sus melodias.

La puntualidad en las actuaciones era rigurosa, lo que se agradece. El siguiente plato que nos fue servido, sin movernos apenas del sitio en el que estábamos, era Miles Kane. No conocía a este tipo ni a su banda, y los disfrutamos repitiendo el ritual cervecero en más de una ocasión, y valiéndonos de unas magnificas pantallas gigantes, que flanqueaban ambos escenarios, tanto el Madrid Cool Stage, como el Madrid te Abraza, como se llamaba el que en ese momento daba alaridos ese extraño tipo con gorro de pescador. Dani y Miguel aprovecharon que uno de los gemelos Dessner (The National) pasaba como el que no quería la cosa por ahí para inmortalizar el momento para la eternidad.

A las 10 en punto de la noche apareció el grupo al que todos esperábamos. El directo The National es magnífico. La banda sonaba de muerte y el bueno de Matt se dejaba la piel, casí literalmente, en cada canción. Y digo esto porque fueron varias las ocasiones en las que el lider de la banda bajó del escenario y se mezcló sin pudor entre la muchedumbre que le aclamaba, una de las veces muy cerca de donde nos encontrábamos nosotros, junto al incómodo, todo sea dicho, pasillo central dedicado a que el cableado de luces y sonido no tuviera el más mínimo atisbo de daño, y eso que estaba cubierto. Una hora y treinta y cinco minutos de concierto que se hicieron más que cortos y donde nos presentaron temas de su nuevo disco y nos deleitaron con algunas de sus piezas mas conocidas, como la grandiosa Fake Empire.

Acabado el pase de los de Cincinatti tocaba volver al Madrid te Abraza para digerir el segundo plato fuerte de la noche. Y a la hora pactada aparecieron sobre el escenario Billy Corgan, con sotana (¡que calor, mi madre!) y su banda, rasgando las guitarras de manera sublime y llevando a su fiel audiencia al éxtasis. Con el permiso de los Smashing hicimos un break para cenar algo y poco después volvimos al redil para disfrutar de los mejores momentos del concierto, con guiños a nuestros maravillosos 90 con canciones como Tonight tonight o Today. 

Cuando iba acabando la banda de Chicago nos fuimos colocando en una zona comoda del Mad Cool Stage para ver a Vetusta Morla. No conocía a este grupo madrileño y la verdad es que hicieron un papel muy bueno, un directo magnífico y unas canciones que sonaban de maravilla, cuando no las coreaba el respetable, todo sea dicho.

Eran más de las 2 de la mañana y el benjamin del grupo quería esperar para ver a los australianos Empire of Sun, que cerraban la jornada, pero los carrozas nos impusimos y cogimos un Uber de vuelta a casa. 8 horas de conciertos, cerveza, conversacion, reflexiones intergeneracionales y buenísimos momentos que quedarán en mi retina sin duda alguna, así como la forma en la que piloto y copiloto arreglábamos el mundo de vuelta a casa mientras el pequeño gran Miguel dormía en el asiento trasero y soñaba, seguro, con futuros conciertos cuanto menos tan espectaculares como al que asistió con dos viejos rockeros.






domingo, 14 de abril de 2019

REQUIEM DE MOZART

Debemos partir de la base de que no entiendo de música clásica. Si alguien que lea esta reseña piensa que va a ser un artículo crítico lleno de tecnicismos y que atienda a todos los detalles de la obra, puede ya dejar de leer. Pero igual que no entiendo de ópera y me encanta, no entiendo de música coral y la disfruto con pasión. 

Y anoche disfruté. La orquesta Ad Libitum, el coro NovaNerta y la camerata L´Istesso Tempo, nos deleitaron a los asistentes que abarrotábamos la Capilla de la Soledad, en Chiclana, con una obra magnífica, ejecutada con maestría, que puso los vellos de punta a quien esto escribe y a buen seguro a gran parte del auditorio. El larguísimo aplauso final es muestra evidente de ello. 

La sección de cuerda de la orquesta nos brindó un magnífico entremés, bajo la batuta del maestro Jose Luis López Aranda, tocando Las Siete Palabras, de Haydn. Eso fue un delicioso aperitivo, porque después aparecieron la sección de viento y el coro, para ofrecernos el plato fuerte.

El Réquiem de Mozart es una pieza épica. Bellísima. Dramática y de un lirismo cautivador, que le lleva a uno al siglo XVIII, a la misa de difuntos del autor de la obra, aunque no fuera ese su destino. Ví “Amadeus” cuando era un chaval y me quedé prendado de dos cosas, principalmente; una era la bendita locura del genio, en forma de risita nerviosa, la otra el Réquiem. Nunca tuve desde entonces un disco o un cd con esa obra pero cada vez que me la cruzaba me quedaba prendado. De hecho, en la escena final de “Asesino como conejo”, primer corto de Monjezú Producciones, la pieza que suena es el Réquiem, concretamente el Introitus. Quedaba genial. 

Como decía, orquesta y coro ejecutaron la obra brillantemente, con una potencia magnífica, con mucho sentimiento. Imagino las horas y horas de ensayos para llegar a este momento. Los solistas brillaron a un gran nivel. Me encantaba seguir con la vista al director de la orquesta, al maestro Ramón Llorente Bastidas, ver cómo sutilmente iba dando órdenes a los distintos intérpretes para que entraran, salieran, subieran, bajaran, apretaran... Y me imaginaba al director del coro, al incansable y entusiasta Juanlu Lorenzo, en algún rincón de la iglesia, siguiendo la obra con media sonrisa, con la tranquilidad de ver cómo todo salía a pedir de boca y como su coro se lucia en la noche chiclanera, prestando atención a todos los detalles pero embelesado, a buen seguro, por cierta rubia a la que hasta le sobraba la partitura. Amiga Carmen Panes, fue un absoluto placer escucharos, y ver caras conocidas para mi, y del mundillo jurídico, como Pili Cano e Inma Vela, a las que también felicito desde aquí. 

Si algo lamenté, sin querer desmerecer en absoluto la Capilla de la Soledad, es que el marco del evento, de este X Aniversario del Réquiem de Mozart en Chiclana, no fuera otro. Merecía, como mínimo, la Iglesia Mayor, pero eso es otro debate y no vamos a buscar culpables entre la organización, máxime cuando se nos brindó, en definitiva, un espectáculo de tal calibre, complejidad y calidad, como el que disfrutamos, ¡completamente gratis! (lo que me parece inaudito), en la noche del sábado 13 de abril, en un Sábado de Pasión, que lo fue, gracias a esta obra, por partida doble. 

Salimos de la capilla con la sensación de haber tenido el privilegio de haber asistido a algo grande. Así fue, sin duda.