Esta magnífica película te mantiene en vilo en sus dos horas de metraje, con el corazón en un puño. Las interpretaciones son brutales, la de Luis Zahera especialmente. Cómo desea uno que siga hablando, aunque duela en el alma casi todo lo que dice.
Los planos secuencia que nos brinda el director son soberbios, quedándome con dos momentos en particular: el de la botella que comparten Antoine, Xan y su hermano en el bar de la aldea y el de la conversación de la madre y la hija en la cocina de la casa rural.
Hay que tragar saliva mientras se ve esta película, “disfrutando” de las miserias de las personas, los anhelos incumplidos y las ilusiones que justifican los más viles comportamientos.
Recomiendo sin duda alguna ir al cine a ver esta peli y hacerlo por supuesto en versión original, disfrutando de cada línea de guión en el idioma en que se interpreta, gallego, francés y castellano.
Trailer: