miércoles, 25 de diciembre de 2019

STAR WARS. EL ASCENSO DE SKYWALKER


Hace dos años terminaba mi reseña de "Star Wars. Los últimos Jedi" diciendo que esperaba que la decepcionante película que acababa de ver sirviera al menos para acudir a ver en su momento el Episodio IX sin expectativa alguna, a ver si así me quedaba un buen sabor de boca de la saga. Dicho y hecho. Acudí al cine a los dos dias del estreno pensando que seguiría en la línea del lamentable producto que la Disney nos vendió hace dos años, así que no me extrañó el desarrollo de la cinta. Todo lo que pudiera pasar sería más de lo mismo o algo mejor. Y durante buena parte de la película fue más de lo mismo. Sin embargo el tono en genera de la película ha sido más solemne que la anterior, a la que podemos considerar un simple interludio para llegar al desenlace de la tri-trilogía.

Que nadie espere un final de la saga donde se ponga en orden el gran numero de incógnitas abiertas en este culebrón galáctico. "El ascenso de Skywalker" da a los fans (incluido a los que lo éramos) lo que buscan, la eterna lucha entre la Fuerza y el Lado Oscuro, el bien y el mal, esa infinita partida de ajedrez en la que las piezas pasan de negras a blancas y de blancas a negras con cierta asiduidad, y luchas galácticas, magníficamente filmadas. Yo, sin embargo, desde el punto de vista de la fotografía, e incluso desde la perspectiva dramática de esa lucha entre el bien y el mal, me quedo con el combate entre Rey y Kylo Ren sobre los restos de la Estrella de la Muerte en el embravecido océano. Magnífica.

Sigue sin gustarme el tono infantiloide de parte del guión, si bien los momentos humorísticos son más acertados que en el episodio anterior. Los efectos especiales me han parecido magníficos y hay algunos planos de bellísima factura, por digitales que sean. JJ Abrams es responsable del guión y de la dirección de la cinta, y creo que eso se ha notado, pues es un mago del entretenimiento a la vez que un director con una solvencia técnica acreditada.

Considero que el final de la película, sin tener la grandilocuencia que requeriría el final definitivo (¿?) de la saga Star Wars, está a la altura de lo que se esperaría en términos generales, y por encima de lo que esperaba yo personalmente tras el bochorno del Episodio VIII, por lo que, efectivamente, salí de la sala habiendo disfrutado del espectáculo y con la sensación de volver a casa con buen sabor de boca. Esa noche dormí tranquilo, que era lo que esperaba, pero con una pequeña sonrisa añadida. Descanse en paz, Star Wars.

Trailer: