domingo, 18 de octubre de 2015

GOD SAVE THE QUEEN.

Fue magnífico.

Probablemente muchos, puristas o no, dirán que no se puede imitar a alguien inimitable, que Freddie era mucho Freddie y que pretender imitarlo más allá de hacerlo en algún concurso de fans cansinos viene a ser algo como una broma de mal gusto o una parodia ridícula. Y sin embargo yo aluciné con God Save The Queen, la banda argentina tributo a Queen a la que pude ver y oír en directo en el Estadio Olimpico de Sevilla el viernes pasado.

Nunca vi a Freddie en directo, no tuve nunca la oportunidad (cuando yo ya era fan, con apenas 15 años, decía que si había que ir a Londres a verle iría, pero estamos hablando del año 90, demasiado tarde ya para eso), pero sí he tenido la suerte de disfrutar de Brian May en directo así como de Brian junto a Roger Taylor, y las sensaciones siempre fueron increíbles. La otra noche, salvando las distancias, me podía imaginar lo que llegó a ser ver a Freddie en directo, junto con su gran banda. Por un momento me trasladaba en sueños al año 1986, a Wembley, al Nepstadion de Budapest o incluso al Estadio Municipal de Marbella, donde Queen ofreció su último concierto de pago... pero también viajaba al Hammersmith Odeon o al Royal Albert Hall, o a Rio de Janeiro... porque pese a que pensaba que el concierto del viernes iba a ser un homenaje al Magic Tour lo cierto es que fue un repaso a innumerables mágicas actuaciones de todos los tiempos, si bien centrados estéticamente en los atuendos de Freddie y compañía de mediados de los años 80. Y se me venía a la cabeza algo que ya había pensado otras veces y era eso de "que pasada debió ser verles a los cuatro en directo"...


Si mirabas hacia cualquiera de las dos pantallas gigantes, donde la cámara te ofrecía detalle de la puesta en escena y del físico de los artistas, obviamente eras consciente de que estabas en un homenaje, de que estos eran otros... si mirabas a "Freddie" directamente en la distancia (y nosotros no estábamos muy lejos del escenario) tenías la extraña sensación de que podías sentir a Freddie delante. Pablo Padín no es Freddie, es evidente; de hecho seguro que hay cientos de personas que físicamente se parecen más al genio de Zanzibar, pero Pablo tiene la virtud de aunar diversos rasgos del cantante y hacerlo en una sinfonía magnífica. Se parece a Freddie, sí, pero es que canta muy bien (vale, el timbre de voz es distinto, pero se acerca mucho en la sonoridad de la voz a ese Freddie en directo), toca el piano y la guitarra y además imita los movimientos de Mercury de manera increíble, movimientos del cuerpo, pero también de la boca, manos... una maravilla.

La banda en general sonaba muy bien, el sonido además era muy bueno, aunque desgraciadamente las imágenes de las pantallas gigantes no estaban sincronizadas con el sonido  por medio segundo y eso seguro que fue considerado un handicap para las centenares de personas que llenaban la grada del fondo del estadio.

El repaso musical fue muy acertado, comenzando con ese "We Will Rock You Reprise" y pasando tanto por las piezas más conocidas por el público en general como por algunas pequeñas joyitas que fueron del gusto de fans de Queen "de pata negra" y que a lo mejor desconcertaron a los seguidores ocasionales del grupo, piezas como "The Fairy Feller´s Master Stroke" o "My Melancholy Blues". Ver y escuchar a "Freddie" cantando la inédita en directo, para él, "The Show Must Go On" fue uno de los momentos cumbre de la noche. La banda no dio descanso. Bohemian Rhapsody fue ejecutada con sobresaliente, no solo por el ajuste del piano con la guitarra de "May" (que sonaba genial) sino porque hicieron algo que Queen nunca se "atrevió" a hacer, decían que por respeto a la pieza original, y que era interpretar en directo la parte central de la canción, la de los coros superpuestos y su "Mamma mía Fígaro, magnifical!"

Pasada la hora y media larga la banda se despidió, pero obviamente faltaban los bises. Salieron de nuevo y tocaron "I Want To Break Free", "Radio Ga Ga", y alguna pieza más, terminando con el mítico "We Are The Champions" y la pieza con la que la banda original bajaba habitualmente el telón, el "God Save The Queen" grabado, aprovechando para despedirse. Pensé "esto se ha terminado", y cuando estábamos esperando en el vomitorio a que se encendieran las luces del estadio la banda salió de nuevo e interpretó "Don´t Stop Me Now", como colofón a una magnifica noche de homenaje a Queen y al rock and roll.

Nos fuimos del estadio con la sensación de haber disfrutado de un espectáculo con gran dosis de magia, de haber acudido a un tributo a la mejor banda de la historia del rock pero además de haber sentido cosas parecidas al menos a las que sintieron muchos afortunados en los años 70 y 80. Todos mis respetos para Pablo Padín y compañía, para la mejor banda tributo a Queen de la actualidad, Dios Salve a la Reina.





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