domingo, 8 de enero de 2017

SILENCIO


Una obra maestra. Se suponía que iba al cine a ver una obra maestra, pero me temo que quien sentenció que la ultima cinta de Scorsese lo era estaba en nómina de la productora. La película no me disgustó, pero pese a que alguno me tache de sacrílego creo que nos encontramos ante una obra menor de este genio. 

El argumento, de manera básica: Siglo XVII, dos monjes jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de otro misionero del que dicen que apostató por salvar su vida y que vive como un monje japonés renegando del cristianismo. En su búsqueda estos dos monjes viven en sus carnes la persecución de los cristianos en Japón, poniéndose a prueba su fe y de la del resto de fieles con los que se van cruzando.

Esperaba algo más de Scorsese en esta cinta, la verdad. Tenía unos ingredientes magníficos para hacer algo grande pero creo que de entrada el guión flaquea. Creo que se pierde en vericuetos de misticismo que no hacen sino repetir la misma idea, que nos ha quedado clara ya a mitad de película, y pienso que se olvida de algo básico, y es mostrarnos de manera neutra, el punto de vista de los japoneses en esta cuestión. Nos presentan al gobernador/inquisidor como una especie de Torquemada, sádico y odioso, y solo nos dan unas pinceladas de las motivaciones de éste. Insuficiente en esta parte.

Pienso en qué habría hecho Terrence Mallick con estos mimbres y no se si lamentarme o echarme a temblar, si estaríamos ante una verdadera obra maestra o ante una pieza de un tedio irresistible.

La película la vi doblada, para variar por estos lares, pero aún así me atrevo a decir que sin estar mal la pareja protagonista hay algo en el joven Andrew Gardfield que no me termina de llegar; no se si es su expresión corporal, su aspecto físico algo anacrónico con la época o qué, pero no me lo termino de creer. 

Hay paisajes bellísimos, y sin embargo creo que Scorsese deja pasar la oportunidad de ofrecernos planos que nos deleiten de los mismos. Demasiados plano/contraplano para mi gusto que no hacen además que la cinta, de más de dos horas y media, gane en dinamismo. Tampoco lo requiere una película de estas características. 

Creo que voy a buscar un hueco para ver de nuevo "El lobo de Wall Street" y volver a reconciliarme con uno de los más grandes directores, no solo de la actualidad, sino de la historia del cine.

Trailer:


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