sábado, 3 de junio de 2023

LAS OCHO MONTAÑAS

No sabría decir si “Las ocho montañas” es una película que se centra en la relación del ser humano con la naturaleza o en la historia de amistad de dos personas criadas en ambientes muy distintos: el profundamente rural y el peligrosamente urbanita. Y aunque aparentemente la cinta gira sobre lo segundo, la relación entre Bruno y Pietro, mi impresión es que nos quiere transmitir lo primero: el ser humano y su entorno natural. 

Esta película me ha trasladado, aunque fuera tangencialmente, a algunos momentos escondidos en algún rincón de mi memoria: las amistades infantiles y juveniles, la vida en un entorno natural, los veranos desprovistos de manera absoluta de preocupaciones, los retos, las ausencias... Y en ese último apartado surge la figura paterna, esa que en este caso marca claramente el desarrollo personal de Pietro, sin que lleguemos a entender, yo al menos no lo entiendo, el motivo del distanciamiento, sobretodo intelectual, entre padre e hijo. Con Bruno ocurre algo similar, sin embargo entendemos perfectamente el motivo por el que rompe con su progenitor. 

Bajando al barro hay que decir que sobrevuela durante casi toda la cinta un aroma a “Brokeback mountain” que quita el sentido... y no seré yo el que descubra si al final la relación entre los protagonistas va más allá de la amistad o no, si bien sería una banalidad centrarse en eso cuando lo que entiendo que se nos quiere transmitir es la relación del ser humano en sí (dando igual su sexo, parentesco, etc) con la naturaleza, poniendo de manifiesto la paradoja que conlleva hacer esa distinción, como si ser humano y naturaleza fueran cosas distintas, susceptibles de ser "mezcladas". 

La película mantiene cierto tono melancólico que sin embargo es muy bello. Uno desea por momentos, como pasaba un poco al ver “As bestas”, dejarlo todo e irse a la montaña y vivir en armonía con lo que nos rodea, y surge el pensamiento de que “así deberían ser las cosas” y que si comparamos estos ambientes rurales y de montaña con los de las ciudades comenzamos a toser, asqueados, ahogándonos en una atmósfera repleta de malos humos, en todos los sentidos, y estrés. 

No he podido evitar acordarme de Chris McCandless y la peli de Sean Penn “Hacia rutas salvajes”, otro ejemplo maravilloso, aunque trágico, de búsqueda del ser humano de su integración en algo que nunca debió dejar de ser parte de él, la madre naturaleza. 

Fotográficamente bella y cautivadora película que no dejará indiferente a quien se atreva a verla durante sus 147 maravillosamente pausados minutos. 

Trailer:


 

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